A veces creo que amo tatuarme, porque es la única forma de entender el dolor que se alberga en mi interior.

"He descubierto con pesar, que a lo largo de mi corta vida, me he tomado más pastillas para el malestar que minutos para estar en familia.
Cuando en el fondo, siempre ha sido un malestar estar lejos de ellas y ellos.
Y compenso la ausencia con una pastilla para el ánimo, otra para la tristeza, otra para parecer fuerte y otra para sonreir.
Y más pastillas para dormir, otras para vivir, y otras para despertar.
Y otras para recubrir el daño que podrían provocar las demás.
Y tomo algunas de más, por si acaso, me faltara el alma, por medicar".