martes, 29 de marzo de 2016

Hoy por primera vez en la vida, en una conversación sobre los cambios, me hicieron ver algo que jamás había visto: ¿y si en todo momento solo he intentado escapar de mi misma? Aceptar que ya no eres la niña linda, la de las buenas notas, la sonrisa más bella.... ¿acaso de aquello escapo o comencé la búsqueda  de quién realmente quiero ser?
Pues sí, me atrevo a hacer cosas que otras personas no, ya sea por lo que se dirá o por cómo lucirán.... yo me salto todo eso y solo lo hago, luego evalúo las consecuencias. En base a eso último, ¿de qué parte de mi escapo realmente? ¿de las responsabilidades que sé enfrentaré? ¿o será que asumí que no so una persona indiferente a lo que vivimos?
Demasiadas preguntas y mi cabeza siente frío, literalmente jeje, quizás en cuánto tiempo más me vuelva a sentir libre y capaz de raparme al cero (en muchos sentidos).

Me duele.

Me duele la indiferencia.
Me duele el egoísmo.
Me duele despertar día a día y no gestionar cambios.
Me duele la cara de hastío.
Me duele no mirar alma con alma.
Me duele seguir avanzando en círculos.
Me duele, es tan simple de entender como eso.
Me duele, pero al menos así se que parte de mi no ha muerto.

martes, 22 de marzo de 2016

Hoy el espejo me dijo que me faltaban tatuajes,
y que faltaban marcas de besos que hubieran recorrido mi cuerpo.

FaceBook

Me pregunto si alguna de todas las personas que se ríen con mis estados de face se ha dado cuenta de la tristeza que llevo dentro y que poco a poco me ha consumido. Han sido casi diez años con depresión, ya sea evidente o latente, pero ya van casi diez años de drogas y terapias, de recaídas y de nuevos comienzos.

lunes, 14 de marzo de 2016

Historias de verano I: El cabello rojo

Y solo me quedaban los recuerdos de aquella mujer pelirroja sobre mi cama,
aquel cabello perdido retornaba la vivencia de aquel momento.

Solo un cabello rojo era la acusación perfecta ante tal incoherencia en mi vida.
Era un cabello falso, teñido, ahogado en tinturaciones que ocultaban a la persona que había sido mi cómplice de insomnios.

Era un cabello irreal, siniestro,
era escarlata como la ira ilustrada,
era de ella más no mío,
era el paso del tiempo y lo eterno,
era mi recuerdo de ella y de lo incorrecto.

Era un cabello suficiente para desmoronar mis principios,
era suficiente para inculparme de adulterio,
¿pero hacia quién?
¿hacia mi mismo?
era eliminarlo o hacerlo cautivo.

Era un cabello que iba del granata al manzana,
era un cabello que antes fue negro y ahora ardía como carbón en el infierno.

Era mi infierno,
sí, que lo era.
Y más ahora que aún lo poseo.


Veomi.
Dedicado a un desliz de hace unos veranos y a unos cuantos que se han repetido constantemente.



martes, 8 de marzo de 2016