Estoy segura que un día mientras estudiaba en el pasto, un bichito se metió por mi nariz y ahora vive en mi cerebro. Lo sé, porque además de escucharlo tomar las duchas y sentir como re-acomoda mis ideas cada vez antes de dormir, escribe en mi retina un mensaje nocturno, a veces matutino, a veces concejos, o a veces un chiste cuando he tenido un mal día. Las personas que saben de esto han querido sacarlo de mi. A veces creo que lo logran cuando lo critican sin conocerlo y el guarda silencio por semanas y solo vuelve a comunicarse conmigo cuando como dulces a media noche. Mi bichito no es mio, mi bichito es un bichito que ha querido vivir conmigo en mi cerebro, pocos entienden esta relación, pero pocos saben lo solo que se siente oír voces y desconocer su origen.
Cami.
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