domingo, 13 de septiembre de 2015

La Bella y la Bestia (1991)



Ayer me preguntaron que qué tan piola estaba la pega, mi respuesta fue "vi La Bella y la Bestia". Película animada de Disney (1991) que narra la historia de un príncipe encantado junto a sus sirvientes y castillo, cuya única salvación es ser amado por alguien que vea más allá de su apariencia física. 
La escogida del destino es Bella, joven pueblerina amante de la literatura con convicciones más allá de una vida de provincia -tal como ella lo canta cada vez que puede- que sueña con aventuras y un amor como jamás haya sido narrado.
Bella y Bestia se conocen entre el dolor, el odio, la separación y la necesidad ferviente del amor. Bella, en un contexto un tanto estocolmico, conoce a su captor, quien se muestra ante ella como un ser de labilidad emocional bastante violenta, cuyo fin es enamorarla. (....)
Ok, esto es raro, un ser que en base a su desconocimiento del mundo, sólo conoce la agresión como modo de defensa, fue capaz de encontrar dentro de sí su mejor versión, y a su vez, Bella fue capaz de sobre llevar el dolor causado por aquel ser y descubrir en el a un hombre maravilloso que la ama incondicionalmente.
Esto no solo ocurre en las películas. El desconocimiento, el aislamiento, el miedo, llevan a las personas a desarrollar lo peor de sí, y a su vez, no saber enfrentar la situación de que un nuevo ser sea parte de la realidad.
¿El amor permite agresión?
Pues no, no debería, pero se permite, un claro ejemplo de ello es esta película. Hay personas que si dedican parte de su tiempo a encontrar lo mejor de los demás bajo sus capas, pero esto no debe traer consigo el maltrato. 
Desde ahora, solo espero que Bella y Bestia o como se llame en versión humano, hayan podido sobre llevar el carácter de los dos y no haya terminado en divorcio.

A modo personal, la imagen escogida, que no es original de la película, me hace ver la historia de otro modo: eran las bestias interiores las que se amaban profundamente. El era un ser que el dolor había trasformado en un monstruo y ella, era una joven a típica a su contexto. Eran bestias indomables dentro del mundo ya sea real o mágico, que solo podían amar a un otro tan atípico como ellos. Un amigo una vez me dijo que cada uno de nosotros en su interior es un monstruo desconocido, y hoy, le encuentro la razón, al menos al ver la película, pude entender que no todos los monstruos son dañinos, o al menos no son entendidos del todo. Parte de nosotros es lo suficientemente fuerte como para querer conocer a alguien sabiendo que podemos ser dañados, (favor no confundir con masoquismo).

Hay personas que somos bestias, ser príncipe o princesa nos queda pequeño.
Somos monstruos solitarios, no exiliados, pero sí, ermitaños.
Algunos buscan más monstruos, otros, solo quieren estar solos.

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