martes, 7 de julio de 2020

Il faut que


Siempre me pregunté cómo sería el apocalipsis, en realidad no siempre, ya que en el baño prefería cuestionar mi existencia, pero quizás ese sí sea otro tipo de apocalipsis. Recuerdo el video Do the Evolution de Pearl Jam. Recuerdo los pagos de la terapia. Recuerdo la última dona, glaseada y vegana. Vegana, recuerdo las consignas veganas: ¡La revolución será vegana o no será! Y fue poh, pa la caga. ¿O era la revolución será feminista o no será? ¿O era la revolución será kpop o no será? Ojalá hubieran tutoriales paso a paso de cómo ser revolucionaria, pero digo tutoriales y recuerdo el cuento que quiero leer de mi compañera y pienso en el plagio di plagio y rio porque ya no hay televisión y si hubiera no hay electricidad, porque esto no es como Black Mirrow en que pedaleabas y te pagaban por la electricidad. Siento que es una estafa, el apocalipsis es una estafa. Ojalá pudiera quejarme con la gerenta, pero eso suena muy capitalista de mi parte. Extraño consumir. Sí, eso hacía en los baños. No lo recodaba hasta ahora. Los baños, extraño los baños, los baños como este, en el que creo estar. Es un baño amplio, limpio, de la pieza principal, ¿de quién? No importa. La tapa de la taza, blanca, nunca había visto una así, y lisa, perfecta. Apoyo mi cristal, no se desliza, es la perfección. Queda lo último del gramo comprado en la esquina. Lo acomodo con el último billete de dos lucas que me queda. Me acerco sutilmente. Inhalo. Inhalo profundo. El techo es blanco, los muros son blancos, la ducha es blanca, la cerámica es blanca. Yo estoy blanca. Rio. Abren la puerta, soy yo, rio más fuerte, pero no me escucho, recuerdo el meme de no entrar sin permiso a la consulta médica porque podría ser yo misma. Y soy yo poh. La revolución fue feminista y vegana y yo no estaba. Me miro. Me agacho y limpio mi nariz estoy sangrando y no puedo detenerlo. Sangro demasiado. Me sujeto con ambos brazos y cubro mi rostro. Me ahogo con mi sangre, intento liberarme, pero no me dejo. No me lo permito. Me miro a mi misma y ya no grito. Me quedo mirando y mis brazos caen y mi cabeza cae. Quedo en el piso y me voy. Siempre me pregunté cómo sería el apocalipsis.
Y aquí estoy, mirando el cuadro que describe mi realidad más cruda. Lejos, lejos de la audiencia. Afuera llueve, pero quienes disfrutan de mi arte son muy cuicos para entenderlo. Jamás podré disfrutar de la lluvia en espacios urbanos, sabiendo que alguien pasa frío, pero como les digo, los cuicos son muy cuicos para entenderlo. Miran mi cuadro y brindan. Yo jalo, jalo sobre mi mano, aquí, lejos, bien lejos de la audiencia. Ya no hay un baño, ya no estoy yo misma. Ya da lo mismo. Recuerdo la pelicula Baraka, que es como una versión extendida del video clip de Allan More, sí, el que nombre al principio, pero no hay principio, en fín, aquí es el fín, y no hay un baño blanco ni sangre que me ahogue, o quizás sí, quizás aprecio mi obra póstuma. Póstuma como aquel documental. Imagino que me recuerdo viéndolo al revez, como dije no hay principio ni fin -creo que Dark me dejó mal aunque no la ví, solo spoilers, pero un spoiler es suficiente para arruinar una historia de amor-. El agua sube por la cascada, tal como si Shiryu la golpeara. Los caballeros del zodiaco, buenisima, muy emo, no creo en el tarot, pero igual sigo varias cuentas en insta. Vuelve, vuelve a enfocarte en lo que piensas. La gente ya se fue, o quizás siguen aquí y no me miran. No, soy yo, estoy en el suelo otra vez, creo que gritan, y yo río, en realidad no rio. Me miro con desprecio, ya lo hice otra vez. ¿Qué decía mi signo para hoy? Me leo el diario, no salga de casa o quizás sí, mejor vea un tutorial de como no cagarla fuera del baño. Baño, el baño blanco, que ya no es blanco, lo censuraron, quedó manchado, quizás un poco de coca en el suelo, todavía sirve. Hace falta que… If faut que, no sé por qué se francés, debe ser porque fui a París, no, nunca fui. Me río, la gente corre. Cae el telón, no el CAE, tema delicado. El techo es blanco, el suelo es blanco. Siento frío. Quizás soy yo quien está en la calle pasando frío, pero los cuicos son muy cuicos para entenderlo. Se vende mi obra en un millon de dolares. Ahora yo soy muy cuica para entenderlo. No me pasan el cheque, dicen que no soy responsable. Qué saben de eso si nunca han acomodado la coca con un cheque, pa eso si que no son cuicos. Río, ya no me miran. Me pasan pinceles, debo seguir creando en ese espacio en blanco, todo es blanco y silencioso. Ya no río, lloro. Me miro, suspiro, leo en mis labios que me digo, pinta, pinto. Otra obra maestra. Ahora disfruto del apocalipsis. La película no mentía, aunque no se si confiar en una película que no habla es maduro de mi parte. Maduro, otro tema sensible. Pinto, me pinto a mi misma mirando el apocalipsis mientras de fondo una escena de la película, la escena de los chinos que no son chinos: Do the Evolution Baby! a no, la película no tiene diálogo, pero la canción sí. ¿El progreso es progreso si conlleva un retroceso? Que filósofa, me desconozco. Necesito más droga. No estoy limpia, o sea sí, me lavo el poto y el pelo y los pelos del poto. Río, quiero incomodar a alguien con mis frases incómodas y con mi sonrisa incómoda y mi mirada incomoda. Iré a incomodar a los cuicos con mi incómoda presencia, pero ellos son muy cuicos para entenderlo.
Alguien me mira desde el fondo, sí, desde el fondo del pasillo. Por un segundo me recuerda a la escena final de la película francesa Á la folie… pas du tout, cuando la loca que está bien loca, que no solo le digo loca de loca como le digo a las locas que no están locas, se vá, y descubren que dejó una imagen del loco que no está loco, pero que sí le digo loco como le digo a los locos, pero al que limpia le da igual y lo limpia. En fín, me perdí. El loco limpia la imagen del loco que dejó la loca, y no importa, pero me importa el pasillo porque la loca se va por el pasillo y de un pasillo similar me miran. A no, no me miran, ¿O sí? ¿Y si miro yo mejor? Me miro desde el fondo del pasillo, me traigo pizza, pizza vegana porque la revolución será vegana o no será, y será con pizza o no será. Rica la pizza o la pikza. A no que flyte, pero ustedes son muy cuicos para entenderlo. Me río. Mi psicóloga me mira, me mira con su cara de jamás haber comido pizza vegana, con su cara de querer refregarme que admita que quiero enamorarme. Quizás sí, amo el arte, y la revolución vegana que si no es vegana no será. Me mira y dice tiempo, con su cara de Dios mío tengo que seguir con esto. Me río, porque sí, ambas seguimos con esto, en esta revolución apocalíptica de mi consumo y no consumo. Me como la pizza, me como las uñas, me como las uñas con pizza, pero no la pizza con uñas, ya que ahora soy muy cuica para entender que eso es desagradable. Desagradable, siempre he querido ser una persona desagradable y ahora lo soy, debo sentirme orgullosa de mis logros. Río y lloro al mismo tiempo. No sé como terminar este cuento, ojala hubiera leido algun blog antes de intentarlo para poder plagiarlo, total, nadie se da cuenta del plagio, porque son de personas que no son ni cuicas ni podrán entenderlo. Sí, me caen mal los cuicos y los no cuicos. Me caigo mal yo. Este es mi apocalipsis. Hoy me darían el alta y dije unos añitos más. Río. Unos añitos más, una obra de arte más, un gramo más, un amor más, una ruptura más, un baño más, una película más, una escena más, una línea más. Solo una línea más, total este es mi apocalipsis y el tuyo también. No puedes garantizarme un mañana ni yo a ti. Deja de leer esto y ve por mi al baño, sube la escalera, última puerta a la derecha. Ahí estoy tirada, mi nariz sangra, no, no me ahogué, esta vez no, pero casi, por poquito, al menos te puedo escribir esta carta, que no, no es chistoso, no es chistoso caer si no puedes levantarte, no, no es chistoso sentir frío sabiendo que no puedes remediarlo. No, no eres cuico, o quizás sí, pero aún así puedes entenderlo. Entrega esto, más bien entregame esto, cuando me veas tirada en medio del museo, ese día, sí, ese día cuando muestren mi cuadro. Me veras jalando alejada del mundo, pasara un minuto y estaré tirada. No podrás evitarlo, pero entregame esta carta, quiero leerla, quiero disfrutarla. Luego, llévame pizza a dónde estaré en rehabilitación. No te conozco, no me conoces, solo tenemos en común a quien nos vende de la buena. Ve por mi. Piensa en mi, deseame lo mejor y quiereme, cuidame, como jamás serás capaz de quererte a ti. Esto no es sano, jamás lo será, pero lo necesito y sí, soy demasiado egoísta para entenderlo. Te dejo un pago. Solo llevame pizza vegana, con mucho aderezo, sabes de cual hablo, que este sea mi fin y mi nuevo comienzo. Sé que no eres tan cuico como para poder entenderlo. Río, siempre río. Y disfruto de las películas francesas sin subtítulos. Te daré un autógrafo de agradecimiento.
Un autógrafo y un eterno epitafio, ad portas de un mundo apocalíptico. El museo fue destruido, menos aquel cuadro, de aquella mujer ensangrentada en el piso. Es como la escena de Terminator, en que le sacan la foto a Sarah Connor. Reid siempre se preguntó en qué o quién pensaba ella en aquel momento, y era en él. Pues desde esa lógica se lee este anticuento.

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