miércoles, 23 de octubre de 2013

Con dos tazas de café en el cuerpo

Dos tazas de café acumuladas en mi ser me acompañan incondicionales sin opción de abandonarme.
Una luz tenue a mi diestra, testigo de mis quejas.
Una cama con tres cojines que me dan soporte y tortura en nombre del sueño.
Una camisa verde talla xl que me recuerda emociones poco decentes.
Y un hotpant que si hablara, haría de mi reputación una gran ganancia.

En noches como estas prefiero pasar hambre y frío.
No desconocer la sed y empaparme de café.
Escuchar música que jamás reconoceré ante los demás.
Y escribir de vez en cuando invirtiendo el tiempo en lo que amo.

Las dos tazas de café me llevan consigo a un desvelo no tranzado, no argumentado ni respaldado.
Me llevan con ellas a probar drogas nuevas y a anularlas o potenciarlas.
Me llevan a creer en el dolor tras el amor y en la virtud tras el odio.
Dos tazas de café me llevan a la desesperación de querer seguir sin saber por qué.
Dos tazas de café me invitaron a beberlas con necesidad de acabar con el sueño, con el sonambulismo, con la narcolepsia.... acabando a su vez con los viajes oníricos de hoy....

Quizás extrañe los sueños que no tuve hoy.
Quizás extrañe mi cama, sus sabanas.
Mis historias en ella.
Los cuerpos que he disfrutado.
Las almas que me han amado.

Quizás mas extrañe a solo uno.
Quizás más al último que a todos los demás.
Quizás las tazas de café que jamás le invite me lleven a ello.

Te invito un café.... Quizás dos....
Bebamos el primero en un lugar público.
El segundo en la puerta de mi casa.
El tercero fuera de mi pieza.
El cuarto sobre mi cama.
El quinto mirando por la ventana.
El sexto despertando juntos por la mañana.
El séptimo mientras me quitas tu camisa.
Y el octavo antes de que te vayas.

El noveno y el décimo son los que he bebido hoy.
En soledad y melancólica.
Deseando que existan ochos cafés antes de estos.
Quizás me equivoco y llevamos once o tal vez doce....
Quizás siempre han existido ocho cafés desde antes de beber los de hoy.

Dos cafés no podrán cambiar que mi favorito es aquel café que no se contabiliza, aquel que saboreo en tus labios con un beso, mientras te hago el amor mirando fijo aquellos ojos castaños.

Tus ojos son como el café, aquel que se sirve sin azúcar, hirviendo y sin espuma.
Sin espuma, porque no necesitas ocultar tu color.
Hirviendo, porque describe la mitad de pasión con que disfrutas la vida.
Y sin azúcar, porque hay que beberte para conocerte realmente.
Y tu aroma.... tu aroma cautiva,como aquel cafetal centro americano.
Como aquel cafetal que se entrega ante las manos del que cosecha.
Para poder yo beber mis dos tazas de café.

Eres mi café mas amargo.
Los ojos más castaños que me han mirado.
Los labios más carnosos que me han besado.
La sonrisa más inspiradora.

Eres un café endulzado con cacao.
Sin leche.
Sin azúcar.
A ti te bebo al natural.
Hirviente.
Y sin llevar la cuenta.

¿Tomamos un café?
LLevo dos....
Perdamos la cuenta.
O al menos lleguemos al sexto: despertando juntos por la mañana.

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